Me alejé como se alejan las hojas en el vendaval, con prisa y sin tiempo.
Escuché al egoísmo detrás de mí.
Más tu ira me señaló, empujándome en un abismo.
Y yo queriendo que te dedicaras a ti mismo
Quizás mucho antes, soñamos convertirnos en un istmo, un nombre, un lugar que nos acercase, que uniera nuestros mundos. Pero hasta los deseos los dejamos estar, y la cíclica rutina ancestral nos mantuvo, retrocediéndonos, convirtiéndonos paulatinamente, en sufijo.
Aquí y ahora, estando en este presente, sin remordimientos, ni temores desconocidos de futuros próximos; me siento, me miro, respiro, y declaro: que de todos los ismos que he vivido conmigo, ese, el que sutilmente me arrincona, observando sin mirarme, ese que me permite respirar con tapabocas, ese que se muestra pareciendo un lujo porque brinda comodidad, complacencia, pero que al final, se ríe a media sonrisa, de mí, de tí, de nuestros sueños. Ese, y al que sin duda enfrentaría de nuevo, es al conformismo.
