Nota de la autora: El verbo 하다 (hada) en coreano significa «hacer» o «realizar».
Con este escrito quise jugar con los sonidos de la letra ¨h¨ que en español, es muda. Y empecé desde el título ¨divorci Hada¨. Presta atención a las palabras que contienen ¨hada o sonido ada¨, resalté la vocal ´A¨ para que me sigas el juego. Todo ésto también me permitió ambientar los silencios, lo que se calla y lo que se deja de hacer. Deliberadamente usé la palabra ¨cazada¨ aunque habría podido ser ¨casada¨.

Cuenta la leyenda coreana de un Hada infelizmente cazada.
Quien con sus poderes mágicos ha hecho mucho en su vida, se graduó de la universidad con honores, trabajó, viajó, creó un hogar, engendró y crió varios hijos suyos y los que su consorte ha tenido con otras hadas. La vida le ha regalado muchas oportunidades de proteger nuevas cosechas, de estudiar para conocer más de su especie, crecer en los poderes que le han sido conferidos por una naturaleza divina y desconocida para ella. Sin embargo, sin darse cuenta, ha perdido sus alas entre las diligencias de los días, ha olvidado la noción del tiempo, dejó de hablar en presente, y ni por un segundo se le ha ocurrido imaginar un sueño en futuro.
Atrapada en el encantamiento que produce la maternidad, se fue quedando sola mientras cada miembro de su familia ha partido a explorar los mundos de los que ella les ha hablado tanto.
Una mañana reparando su nido, escuchó un revoloteo, entre susurros que llamaron su atención, percibía los tonos de lamentos en canciones no aprendidas, se asomó y pudo verlas, era un grupo de hadas hablándose entre sí, sin pausa para escucharse, sin detenerse, se movían en un frenesí que hasta el viento contuvo su aliento. Iban de un lado para otro, una de ellas iba recogiendo flores, y dejándolas tiradas cuando encontraba otras iguales pero de otros colores; mientras se decía -no soy desdicHada, si ni siquiera lo he hecho, pero en un rato lo hago- y así seguía recogiendo sin recoger.
Otra subía y bajaba, sin decidir en dónde reposarse para ver el atardecer, tenía en sus manos unos pinceles y lienzos, ya se iba el sol, y Ésta se repetía que no podía seguir así desperdiciAda.
La última suspiraba como desconsolAda, que no encontraba ese no sé qué, que había venido a hacer, pero que como nadie le decía cómo se hacía, no sabía cómo empezar. Diálogos de afuera que hacían eco adentro. El Hada ha caído en un sueño profundo, y se ha despertado pensando -pasé una noche en vela, y pasó un siglo en que no he dicho, no he hecho, tantas haches mudas como yo en una lengua en el que el tiempo pasado parece perfecto y compuesto, pero en realidad es soluble, las palabras se forman con letras de tantos palitos como este nido, que ya no es mío, en donde ya no soy, porque no he sido.
Ya no quiero seguir repitiendo un presente continuo pero inactivo. Ya no espero a que alguien regrese al nido. He aprendido a volar sin alas, sé quien soy. Descubriré nuevos poderes con estas manos diligentes y la mente enfocAda.