Cuando el Olmo olvidó quién era

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No solo los humanos a veces olvidamos nuestro propósito, a qué vinimos ser en esta tierra, qué frutos dar y cómo florecer.

Alguna vez escuché que en un campo lleno de árboles un Olmo se hallaba desorientado. Veía que a su lado florecía un cerezo fragrante y colorido, y que la gente venía a visitar ese árbol, a olerlo, y contemplarlo. Sentía envidia de esa popularidad. Él quería ser como el cerezo, pero por más que trataba, en cada primavera, nunca lograba florecer. Lo intentó mucho, se esforzó tanto hasta que un día se dio cuenta que un grupo de aves alzó el vuelo y se fue a comer al ciruelo en frente de él. 

Las aves se reunían y cantaban y comían en ese ciruelo. Qué bonita congregación, suspiró el Olmo.

Si ya no logré florecer, me encantaría dar frutos. Dar algo que haga que muchas aves vengan a alegrarme con sus cantos. Más por más que quiso no dio frutos, y se perdía del posar de las aves en su regazo.

Nadie viene a comer porque no doy frutos, nadie viene a olerme porque no doy flores, renegaba el Olmo en las estaciones. 

Quizás debería ser más liviano, para poderme trepar entre muros y ventanas y así decorar las casas y jardínes que habitan los humanos. Dejó entonces de absorber agua, intentó esconderse del sol para no robustecerse. Lánguido quiso penetrar entre las paredes, pero por más que lo intentó, casi pierde sus raíces, pues ya no le quedaban ni hojas, ni fuerzas.

En ese estado convaleciente, pudo sentir la presencia de un búho. Ave sabia y sincera, quien no pierde el vuelo en asuntos ligeros. ¨¿Qué te ha pasado Olmo fuerte y sólido? A donde siempre vengo a encontrar refugio. A donde vienen los cansados a serenarse bajo tu sombra en días calurosos, a donde vienen las aves a reposar de un largo vuelo, a donde vienen los enamorados a inspirarse. En donde los niños pierden el miedo a escalar alto.

Tú eres un Olmo, no vas a dar flores como el cerezo, ni vas a dar frutos como el ciruelo, ni vas a treparte como las enredaderas, has venido a brindar sombra, refugio y fortaleza, porque cada quien viene a ofrecer lo que intencionalmente, es.

“Inspirada en una historia contada en el podcast de psi.mammoliti”

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